Ella podía amar,
Pero no enamorarse.
Era una romántica de la vida,
pero no de las personas.
Su interés iba más allá
de los mortales humanos.
A decir verdad,
jamás le interesó en lo más mínimo,
todas las cosas que a la mayoría de nosotros nos interesa.
Ella deseaba intensamente
que las trivialidades de la vida,
esas que nos hacían feliz a nosotros,
la hicieran feliz a ella.
Pero era imposible,
Porque si había algo
que deseaba más que eso,
era desencadenarse,
ser libre de esas mundanas convenciones triviales.
Contradictorio sin duda,
querer algo, pero querer más no tenerlo.
Ella no podía evitarlo,
esa era su naturaleza.
Una mujer absolutamente insaciable,
desmesuradamente codiciosa.
nació con la peor de las maldiciones,
de esas que te destruyen la vida,
porque no te permiten ser nunca feliz.
Yo traté de hacerla feliz,
pero fue inútil.
Porque quizás solo no era humana,
o no quería serlo.
¿Pero saben qué?
Lo era.
Era una simple mortal humana.
y eso era lo que la torturaba.
Era su maldición, su perdición.
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